Crespillos de borraja, sí señor, de borraja. Una planta que, seguro que por cercana tan denostada, ha sido el disfrute de civilizaciones enteras, desde los griegos a los romanos, los celtíberos, musulmanes andalusíes y nuestros cercanos mozárabes. Ha servido (...)
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Crespillos de borraja, sí señor, de borraja. Una planta que, seguro que por cercana tan denostada, ha sido el disfrute de civilizaciones enteras, desde los griegos a los romanos, los celtíberos, musulmanes andalusíes y nuestros cercanos mozárabes. Ha servido como remedio medicinal en sus principios, como manjar en las mejores mesas después, y como “gran alegrador” según un manuscrito anónimo del siglo XIII sobre la cocina hispano-magrebí. Una planta que, como no podía ser de otra manera, también está presente en nuestro Valle de Benasque.
La borraja, procedente de la península ibérica, ha ido atravesando diferentes etapas y ha llegado hasta nosotros desde la humildad de lo silvestre (hasta bien entrado el siglo XII no se cultivaba) hasta ser considerada una de las excelencias de la cocina aragonesa. Lo cierto es que, junto con el espárrago, la alcachofa y la berenjena, está considerada como una de las cuatro perlas gastronómicas islámicas. Ahí es nada. Aunque bien es cierto ha tenido que luchar contra ese dicho popular, mal replicado, que la ha intentado reducir a poco menos que nada. El mal (...)
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